Flores silvestres con sabor a Nepal
Velas blancas encendidas cuyo humo asciende, se eleva hacia el cielo y alcanza las cumbres elevadas. Regalos de los dioses y de las entrañas de la tierra que guardan las raíces de la historia. Historia jamás contada, ni pensada, de corazones partidos por engaños y falsedades.
Negaciones continuas, vanas, en el transcurrir de la senda abaten el ser interior y el espíritu. Penas y alegrías que rebosan la orilla de la vida. Orillas del riachuelo calmo que transporta gotas de agua y de vida.
Cristales con formas preciosas, como diamantes perfectos, conforman el rocío de la mañana y del alba. Cristales que reflejan mundos paralelos, universos distintos.
Gotas de lluvia que caen en ese remanso sereno, apacible y tranquilo. Tranquilidad en el alma, relajación profunda en tu nacimiento a la luz eterna.
Luces blancas y puras alumbran las noches de tus idas y venidas. Sonido y cantos de delfines en el mar irrumpen tu más absoluta soledad. Sueños vívidos rememoran momentos felices al cerrar los párpados de tu corazón.
Luces que huelen a pureza y a serenidad.
Flores silvestres, que emanan frescura, con sabor a Nepal.
Maika Etxarri
Copyright texto y fotografía
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